Quintanalara



Patrimonio cultural y etnográfico

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Patrimonio cultural

La iglesia de Quintanalara esta dedicada a San Pantaleón, médico nacido en Nicomedia el cual fue mártir por defender su fe. Al ser decapitado su sangre dio vida a una higuera seca. En el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid cada 27 de julio su sangre que se conserva en estado sólido se licuefacciona.

La iglesia se inicia en el siglo XVI en estilo tardogótico, con la construcción de la nave central y posiblemente parte de la torre. En el siglo XVIII y de estilo gótico se añaden dos naves a la central una por cada lado, añadiendo de igual forma la sacristía y acabando la torre.

Posee tres retablos, el central adosado a un espacio preparado para ello, poco común en las iglesias de la zona, es del siglo XVII y su sagrario parece ser anterior a esta época. Los otros dos están dedicados a la Virgen del Rosario al parecer del siglo XVII y el otro a San José siglo XVIII.

Diptico de la Iglesia de San Pantaleón:https://docs.google.com/file/d/0Bz_pw026lNJgYjUxYmJjMzEtODJjZS00YzA2LWEyMGYtYzI1ZWMxNjY5MDgw/edit?hl=es

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Patrimonio etnográfico

 Carboneo

 Si por algo se caracteriza el pueblo de Quintanalara en la actualidad es porque todavía hoy en día se elabora carbón vegetal, tal y como se ha hecho durante cientos de años.

Este valioso legado que conserva la población de Quintanalara, se mantiene gracias al vínculo tan fuerte que sus vecinos mantienen con su monte.

Los Carrascos, La Risca y Carredonda monte de utilidad pública catalogado con el número 614, es una extensa mancha de encinas, al que se le suma de forma salpicada, quegijos y esquenos. Un páramo calizo llano quebrado por la incisión de varios valles que han favorecido la aparición de cortados rocosos de espectacular belleza como el caso de los Riscos Peñadobes.

Aquí cada vecino era carbonero, forma de vida que fue desapareciendo con la aparición de los combustibles fósiles. Sin embargo, la renta que proporcionaba la ganadería y la agricultura en este pueblo no era suficiente para el mantenimiento de la economía familiar, situación ésta que unida a la fuerte tradición por el monte mantuvo vivo este oficio.

El carbón vegetal se utiliza en la actualidad para su uso en barbacoas.

Los trabajos para obtener carbón vegetal comienzan allá por el mes de octubre cuando se reparten las suertes. Tras varios meses, los cuales se corta la leña y se acarrea a la carbonera, en el mes de mayo se apila la leña en forma de cono. Una vez cubierto el horno por capas, paja en primer lugar y después tierra, se procede a prenderlo. A primera hora de la mañana y siguiendo el ritual del carbonero se vierten ascuas por el ojo de la chimenea, atacándolo con picadillo varias veces al día para que empiece prender la leña. Este proceso de combustión anaerobia transforma la leña en carbón vegetal, evaporando casi el cien por cien del agua. La cocción dura varios días dependiendo de la cantidad de leña que se haya apilado. De cada cuatro o cinco kilos de leña se transforman en uno de carbón.

A su paso por la localidad en el mes de mayo el visitante podrá oler el humo característico de las carboneras, sobre todo a última hora de la tarde cuado baja la presión y el humo queda atrapado el las calles.

Un horno divulgativo a las afueras del pueblo, junto a la fuente y lavadero, despejaran las dudas de cómo se coloca la leña para este proceso.

El nuevo escudo de la Junta Administrativa de Quintanalara, plasma la importancia cultural, social y emocional  que este oficio ha tenido en la vecindad de la localidad.

Pastoreo

Otro elemento a destacar es la existencia de ganado ovino y bovino en régimen extensivo. En peligro de extinción los pastores conservan los conocimientos del campo y su interrelación con los animales. Quedan cuatro contados en toda la geografía nacional y su desaparición parece que está a la vuelta de la esquina. En la ladera del monte, entre las estepas, refugiadas en las matas, en la pradera pastando las ovejas mantienen un ecosistema rico y variado de especies de flores, insectos y  setas. Donde quedaran los tordos y el resto de pájaros asociados a las vacas si ya nos las hay. Veladores de los pueblos pequeños los ganaderos de la comarca de Lara mantienen sus casas abiertas durante todo el año, quizá por la esclavitud de su oficio o quizá por el amor a su pueblo y sus campos.

Quintanalara ofrece la posibilidad de parar el tiempo y disfrutar viendo al ganado pastar, observar las relaciones entre los animales, de escuchar los balidos roncos en la soledad del campo, de oír el cantar de los pajarillos, de sentir, de apreciar, de gozar de  la naturaleza viva.

Corrales, construidos piedra a piedra, traídas de bien lejos, a manos de hombres que con su esfuerzo pudieron domesticar a las reses. Un pequeño refugio adherido, hace las veces de morada que más que proteger sirve de trinchera contra el ataque de los lobos.   

 El potro

Restaurado en el año 2006, el potro es un elemento que se utilizó para el herraje y cura de bueyes, vacas, yeguas y caballos.

Se encuentra situado a la entrada del pueblo en su margen derecha. Se trata de un edificio aislado de una sola planta en cuyo interior se hallan los elementos que sujetaban a la res. También conocido como la pobrera, éste local se utilizó para dar cobijo a los pobres que acudían al pueblo en busca de limosna.  

 La Fuente, pilón y lavadero

A la salida dirección Cubillo del Cesar, se encuentra la fuente del pueblo. Un manantial de abundante agua utilizado para el consumo humano y para el riego de los huertos de aguas abajo. En sus días, antes de bombear el agua al depósito y de ahí distribuirla por la red, estaba perimetrada por una pared de piedra de escasos cincuenta centímetros, careciendo de tejado. Cuando lavar era una crueldad por lavar a mano, se realizaba en el pilón y lavadero que hay a continuación. Nunca ha estado techado, al igual que otros de la zona, caso contrario de lo que ocurre en los pueblos más metidos en la Sierra de la Demanda.




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